30.12.09

CUESTIÓN DE POSTALES

Me gustaría compartir la siguiente anécdota navideña y muy significativa:


Siendo estudiante de Bellas Artes, en mi casa se rompe con aquello de la cuchara de palo y mi padre me pidió que hiciera una postal de navidad para su trabajo. Es una costumbre que entre departamentos se regalen felicitaciones de navidad y monten belenes. Para que no resultara un ejemplo de la tópica, decidí jugar con combinaciones de colores diferentes al verde, rojo y azul. La idea era el concepto de vacaciones e invierno y no tanto en la vertiente sacra o festiva a la que nos tienen acostumbrados. Lo terminé, lo envié y me sentí satisfecho.
La sorpresa vino unos días después. Mi padre me llamó para decirme que lo sentía mucho pero que no habían elegido mi postal. Le pregunté cual era el motivo, para mejorar en proyectos posteriores. Cuando me lo explicó me dio la risa. La postal ganadora fue una que hizo mi propio padre al ver la mía. Pensó que no la elegirían por ser demasiado “moderna” y así fué. Su postal era una selección de imágenes encontradas por la web con típica estampa navideña tales como: muñecos de nieve, árboles nevados, estrellitas... etc. Sus compañeros de trabajo, delante de los dos estímulos, eligieron el suyo por que pensaban que el mio no era propio para su lugar de trabajo, demasiado arriesgado. Mi padre, cual león defendiendo el cachorro, les dijo que no apreciaban el trabajo que tenían delante y que estaban perdiendo una oportunidad. Finalmente reprodujeron y regalaron la otra postal y la mía la pusieron en la puerta como muestra de buen gusto.


Yo hago un recuento de los hechos y me parece de lo más cómico: Yo acudo a la mea culpa por que pienso que no he hecho un diseño adecuado. No respondía al perfil del usuario al que estaba destinado, mucho más conservador y convencional de lo que yo pensaba. Los compañero de trabajo se quedan con media miel en la boca por que piensan que no tienen buen criterio por no valorar algo que tampoco fue pensado específicamente para ellos. Así que finalmente el mayor beneficiario es mi padre. Por un lado, dejó claro que su hijo era un crack y que eran los demás los que no tenían la capacidad para entenderlo. Por el otro, me enseñó que no es tanto lo que hacemos o como lo hacemos sino como lo adecuamos. Y es esto lo que finalmente vale.

9.11.09

TRAS LA HUELLA DEL LOGO

Artículo de Joan Costa. Comunicólogo, sociólogo, metodólogo, investigador, consultor de empresas y profesor de comunicación en Barcelona, Bruselas y México. Colabora con varias universidades y es consultor de Televisiva, México.

Nosotros, los seres humanos, tenemos un grafismo propio que nos acompaña a todos lados, las huellas dactilares. Son la muestra de que estuvimos en un lugar o de que tuvimos entre nuestras manos cierto objeto. Son una prueba de nuestra presencia y nuestros actos.


En el artículo de Joan Costa que nos concierne, se hace una crítica al libro “NoLogo” de Naomi Klein. Costa enfronta sus ideas a las de Klein y enuncia que el logo es un mero mensajero y que no existe transitividad entre el tridente logo-conducta-empresa. Si leemos el lado pragmático de la naturaleza del logo esto es cierto, no podemos culpar al logo de la conducta de la empresa del mismo modo que no podemos culpar a nuestras huellas de nuestros actos. Pero tenemos que reconocer que un logo, como la huella, es la expresión gráfica de una entidad y, en consecuencia, representa en el imaginario colectivo los actos y valores de dicha entidad.



Este artículo me recuerda a otro escrito por Lou Herreros para la Neo2 en junio de 2008. En él explica un experimento que realizó. Seleccionó un anuncio de moda de la firma Dior y lo presentó a dos grupos de alumnos distintos. El primer grupo recibió el anuncio original, el segundo recibió la misma gráfica pero cambiando el logo original por el de otra firma menos prestigiosa, C&A. El resultado fue dispar. Delante de un mismo estímulo se priorizó la presencia del logo y se atribuyó a la imagen los valores de la marca presente, los estereotipos y prejuicios refentes a ella.


“El alma de ese logotipo se va construyendo con su aplicación, dónde se aplica y cómo. Lo que le rodea durante años le dará un alma, su personalidad. Y una vez que tienes una gran personalidad no importa lo que te rodea.”


Aquí vemos un claro ejemplo de que nos es imposible negar la transitividad entre logo-conducta-empresa, puesto que un logo representa a una empresa que, a su vez, da significado al logo.